miércoles, 9 de enero de 2008

OTRAS FOTITOS DEL PAÍS IMAGINARIO

Escribe: Harold Alva
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Cuando el poeta Maurizio Medo me afirma que sí podíamos reunir en Lima a los más talentosos poetas jóvenes de Latinoamérica, yo no dudé en comprometerme a editar con Zignos una colección homónima de poemarios que lanzaríamos durante el festival. Con dicho lanzamiento nuestro Festival sería distinto al resto de encuentros de poetas realizados en Latinoamérica. Fue entonces que empecé a tocar puertas buscando alguna institución que logre financiar en parte los libros seleccionados, después de algunas semanas una institución nos ofreció su apoyo.
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Los poetas que vendrían al Festival serían: Héctor Hernández Montecinos, de Chile, de quien he tenido el privilegio de editar dos libros recopilatorios de su monumental obra (Putamadre, 2005 / Segunda Mano, 2007); el uruguayo José Manuel Barrios a quien conocí gracias a Héctor y Maurizio, quien me sorprendió con Democracia, un libro escrito con todo el vigor y el riesgo de sus veinticuatro años, una obra por la que no dudé ni un segundo en presentarla aquí en Perú; Alan Mills, de Guatemala, de quien había leído poemas de su Testamento Futuro, el mismo que publicaba la revista Rusticatio, sobre quien en el Poquita fe, Jorge Solís Arenazas comentaba que había viajado a España, y que por eso su ausencia en Santiago, el mismo poeta guatemalteco a quien mi ex compañero de la universidad, el dinámico Diego Palmath, había presentado en Zaragoza; el ecuatoriano Ernesto Carrión, que acababa de ganar el Premio Ciudad de Medellín en Colombia, y quien para esta colección nos confió Demonia Factory, el libro con el que había obtenido dicho galardón, a Ernesto lo había conocido un año antes, su Carnivale fue una lectura que me acompañó algunos meses; otra voz que a último minuto abordó el avión a Lima, fue la carismática poeta argentina Amalia Gieschen, Amalia también formó parte de la experiencia de Rusticatio, activa periodista de varias revistas argentinas, no dudó en compartirnos sus poemas. Venían 5 poetas, 5 poderosos representantes de esta nueva sensibilidad latinoamericana, y con ellos el libro Litane del mexicano Alejandro Tarrab, quien por la distancia, estaba en Madrid, no podría estar físicamente en Lima; y con ellos nuestros jóvenes poetas no sólo de esta Lima de edificios medianos.
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En Mayo ya teníamos los siete libros que lanzaríamos en el Festival, iniciamos entonces con el proceso de pre prensa, y en eso estábamos, coordinando con Maurizio todos los detalles, Florcita sobre el diseño, los poetas en el MSN con quienes planeábamos los recitales y los brindis; cuando treinta días antes, me llega un correo electrónico de la institución que me había ofrecido su apoyo, diciéndome que no tenían presupuesto y que por lo tanto ya no había financiamiento.
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Oscuridad total.
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Héctor Hernández ya estaba en Lima, los poetas, la mayoría, ya habían gestionado sus pasajes, los libros y el festival ya estaban anunciados, no había marcha atrás, sin libros, nuestro festival realmente sí sería imaginario, y yo soy un hombre de palabra, y les había dado mi palabra a los poetas, a Maurizio por quien guardo el mayor de los respetos, y yo no soy alguien que retrocede, yo no soy de aquellos que le temen a los muros. A mi me gusta pasar y escupirle con cachita quienes me siembran las piedras. Con todo el riesgo que significa apostar por siete libros, busqué a verdaderos amigos para que me faciliten la edición de País Imaginario, gracias a ellos, gracias a su confianza en mi palabra, logré editar ya no los 500 libros deseados, pero sí 200 ejemplares por título.
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Contra las ilusiones de los pesimistas, logramos realizar el País Imaginario, mi costo: estar sobre la imprenta para no fallar con las presentaciones, fue la primera vez que edité siete libros en 10 días, y créanme que no fue fácil. Si Florcita y Manuel Fajardo, mi amigo del taller, no habrían estado allí, jamás se habría publicado esta colección. Si bien me habría gustado estar después de cada presentación con los poetas y brindar con esas copas que planeamos en el MSN, el hecho que esa ausencia me haya permitido editarlos hace que ahora más que nunca, desee que los poetas de este país conozcan esta sensibilidad, este nivel de escrituras que confirma que hay una Latinoamérica que intenta articular un discurso para curar de una vez por todas sus fracturas.
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Hace unas horas que recogí del almacén de Willy del Pozo (editor y hermano de hace muchos años) los ejemplares del País Imaginario, créanme que ha sido formidable tener entre mis manos estos libros, a los que deseen conocer a estos poetas, pueden visitar desde el día miércoles 16 de enero las librerías Crisol (Óvalo Gutiérrez), El Virrey (de Miguel Dasso), Época (Pardo y Óvalo Gutierrez) y Commentarios (Cuadra 1 del Jr. Ica, Cercado), allí estará esta colección que pese a que nuestro festival tuvo la prensa que un evento de esta magnitud merece, después de realizado ganó el cobarde silencio de quienes se computan pontífices de nuestras trincheras culturales (porque en eso se ha convertido nuestra cultura, en una ridícula trinchera).
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País Imaginario reunió a poetas, a hombres honestos, a hermanos que por azares del destino nacieron uno a miles de kilómetros del otro; sin embargo después del festival, no faltaron los cuchillos que pretendieron darle sombra a esto que con sumo esfuerzo realizamos los que creemos en la poesía y en su poder de integración, los que no esperamos nada de ella, los que damos todo por ella, sin embargo, desgraciadamente no faltaron los payasos que pretendieron quebrar la unión de hombres que escriben con el sólo ánimo de trasmitir el grito de esta América que sangra. Y hubo uno que alcanzó el nivel de mierdita que con todo el desparpajo del mundo después de arrastrarse como gusano, redactó un documento con el que pretendió poner en contra a los poetas de País Imaginario, desautorizado por ellos, que son los únicos que importan, intentó descontextualizar sus correos personales, un mediocre escritorzuelo a quien no menciono porque estoy convencido que se muere por ser noticia.
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Dejo con ustedes algunas fotos, registro real de lo que fue PAÍS IMAGINARIO.
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Los poetas Héctor Hernández Montecinos, Willy Gómez y Maurizio Medo, horas antes de la primera fecha del País Imaginario.

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Los poetas Ernesto Carrión, Maurizio Medo y José Manuel Barrios.
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Después de la primera noche del festival, en el Bar Don Lucho. Flor Béjar, Harold Alva, Maurizio Medo, Paúl Guillén.
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El joven narrador César Sánchez Torrealva con los poetas Rodolfo Ybarra, Luis Fernando Chueca y Mendizabal.
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El poeta ecuatoriano Ernesto Carrión en el Superba.
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Maurizio Medo, Amalia Gieschen y Alan Mills.
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El poeta Héctor Hernández Montecinos.
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En Barranco, Ernesto Carrión, Amalia Gieschen y Jorge Hurtado.
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Amalia Gieschen y Al an Mills, en recital en Antares.
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Amalia Gieschen, José Manuel Barrios y Flor Béjar, en el taxi, rumbo al Yacana, a la clausura de País Imaginario.
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En el micrófono: Jorge Hurtado, con José Bardales y Harold Alva.

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Alan Mills con Maurizio Medo, enseñando el Síncopes, atrás, la poeta Denisse Vega Farfán y José Cabrera Alva.

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Tres imaginarios, los poetas Alan Mills, José Manuel Barrios y Héctor Hernández Montecinos.

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La poeta Amalia Gieschen con el poeta Alan Mills. Atrás el poeta chimbotano Cristhian Ahumada y la poeta Andrea Cabel.

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En Don Lucho, los poetas José Pancorvo, Manuel Fernández, Willy Gómez, Maurizio Medo al fondo, de pie, Amalia Gieschen, Jorge Hurtado y José Manuel Barrios.
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Ernesto Carrión, Amalia Gieschen, José Manuel Barrios, Alan Mills, atrás: Maurizio Medo.
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Fotos: cortesía de las poetas Amalia Gieschen y Vanessa Martínez.